martes, 15 de febrero de 2011

una nochevieja maravillosamente especial

Ya eran las 8.30 de la mañana y entre sueños empecé a escuchar una suave y dulce voz tarareando una canción, podía sentir como se acercaba a mi lentamente, hasta que ya estaba a mi lado, y una delicada caricia rozó mi cara retirando mi pelo de mis ojos. Sí, era la pequeña Badra, estaba mirándome con esos enormes ojos oscuros, con ese pelo perfectamente despeinado y con esa sonrisa en la boca, que parece estar tallada en su cara. La sonrisa de Badra es la más sincera y bonita que he visto. Creo que esa es la mañana que más feliz me he despertado, no importaba que fueran las 8.30, no importaba que hubiera dormido en el suelo, tampoco que hiciera un frío horroroso, tampoco que me doliera la espalda... era inmensamente feliz. Gracias a ella.
Cuidadosamente cogí a Badra de la cintura y la tumbé a mi lado para taparla, estaba congelada, pude sentir sus pequeños pies helados entre mis piernas, la abracé para calentarla, ella dejó caer su cabeza sobre mi pecho y siguió tarareando.
Pasamos unos cuantos minutos así, hasta que todos los demás se despertaron. 
Como me encantaría despertarme así cada mañana...


 Badra y sus pelos  




Nos dirigimos a la jaima ("casa" de tela) para desayunar. Antes de entrar, ya podía percibir el suave y sabroso olor del té que Ragia estaba preparando. 


jaima




Sin duda, no hay mejor forma de empezar el día, sonrisas preciosas y té exquisito. Sí, definitivamente adoro el Sahara, adoro su gente, su sol, su arena, su té, sus miradas, sus sonrisas, todo allí es especial, es maravilloso... ¡hasta madrugar!


Ragia y su delicioso té


Después del desayuno y de jugar unas horas con los niños, fuimos a 27 de Febrero (otro de los campamentos). Allí conocí a Salka una chica saharaui que había estado en España. Salka es impresionantemente bella, sus ojos son alargados y del mismo color que su precioso pelo; negros. Lo más impresionante de Salka es su mirada, el la cual, se puede ver dolor, dolor que reflejan sus palabras al hablar de su pueblo. Palabras con las cuales aún me emociono al leer, palabras que, de momento, no os puedo adelantar.
Llevaba una bonita melfa morada que combinaba perfectamente con el color de las alfombras, de las cortinas, de las matlas (son como pequeños colchones individuales que colocan rodeando la habitación principal de la casa, algo que me parece muy práctico y estupendo para pasar un largo día de té y charla) de su bonita casa.


la bella Salka




Después de té, Salka, preparo una deliciosa comida; cuscús, pollo y patatas. Todo estaba riquísimo.
Esa tarde volvimos a quedar con Malainin ya que tenía que terminar mi "entrevista" con él. Después de pasar la tarde por 27 de Febrero viendo las tiendas de artesanía, la famosa escuela, el interesante Museo Nacional Saharaui... fuimos a casa de Malainin. 


escuela 27 de Febrero


Al llegar nos tenía preparada un bandeja con unas deliciosas galletas en forma de concha, zumo de mango y agua. Mientras Malainin nos preparaba un té, empezó a contestar una a una todas las preguntas que tenía preparadas para él. Me contestaba con una sinceridad y dulzura extremada, me sentí como una niña de 6 años escuchando las historias que le cuenta su abuelito. Hablaba con una tremenda delicadeza que hacía que sintiera en mi piel cada palabra que salía de su boca. Cuando terminé de preguntar me abrazó y me dio un beso, creo que a partir de ese momento tengo tres abuelos...
Gracias por todo Malainin.


Al terminar, nos llevó de nuevo a casa de Salka. Mientras ella preparaba la cena, nosotros jugamos con los niños. Eran las 11.30 cuando oí decir a Carmen: Salka, prepara el té que tenemos que brindar. 
Y yo pensé: ¿Brindar...? ¿Porqué...?
Se me había olvidado totalmente que era nochevieja... no tuve que pensar en las uvas, en la sidra, en una cena especial, en un vestido bonito... no, no tuve que pensar en nada de eso, simplemente en divertirme jugando con los niños y en disfrutar de todo lo nuevo que estaba conociendo. Esa mañana no me levanté pensando que era día 31...
Allí no importa ni que día sea, ni lunes, martes o miércoles, no importa que sean las 12 o la 1, el tiempo no es tiempo, y las horas no son horas, simplemente importa estar bien. No sabes dónde ni cuando vas a comer, cenar o dormir, todo esto me encanta, me encanta no mirar el reloj ni una sola vez en todo el día.


Llegaron las 12, todos brindamos con té y nos felicitamos el año nuevo. Malainin había traído una deliciosa tarta y unos cuantos pasteles. Todos pasamos la noche tomando té, hablando, riendo, comiendo dulces, escuchando música y hasta Matu nos bailó. Fue una nochevieja verdaderamente especial e inolvidable...

miércoles, 9 de febrero de 2011

conociendo personas impresionantes

Prometí hablaos de Malainin, un señor mayor, y tremendamente interesante. En realidad al conocerlo, me pareció una persona muy seria, pero cuando coges algo de confianza es enormemente divertido, no para de bromear y hacerte reír. Aprendí muchísimo junto a él. Malainin nació en el Sahara Occidental, tiene una estatura media, siempre viste un darrah marrón (túnica típica en los hombres saharauis) con una capucha enorme. Las abundantes cicatrices de su cara reflejan el paso de un dura y complicada vida.
Su pelo es negro mezclado con el blanco de numerosas canas, al igual que su perfecto bigote. Lleva gafas con los cristales algo oscuros, cristales, que debido a su deteriorado estado, se caen, aunque para Malainin, no es problema, rápidamente coge elzam, estira de unos cuantos hilos y rápidamente lo arregla, no le hace falta tener una óptica cerca. Me pareció alucinante ver, la facilidad que tienen para arreglarlo todo. 


gracias Malainin


La tarde que pasamos juntos, nos presento a su madre, Salka, mujer muy muy anciana que vestía una melfa (velo de las mujeres saharauis) en color azul oscuro y negro. Salka siempre estaba seria, no hablaba casi y nunca te regalaba una sonrisa. Llevaba en sus manos un rosario (o algo así) y constantemente lo estaba tocando y acariciando. Tengo que reconocer que me daba un poco de miedo, ya que, yo le sonreía y ella ni se inmutaba, parecía que estaba cabreada o algo así. Al pasar unos minutos pude comprobar que no era así. Salka (que no hablaba español) se acercó a mí y me regaló un precioso darrah y una bonita pulsera con bolitas marrones y negras. Seguidamente le dijo a Malainin que me lo probara. Así lo hice, me probé el enorme darrah, la pulsera y Malainin se ofreció a ponerme elzam como lo hacían los hombres saharauis. Pasé toda la tarde vestida así, un poco agobiada, por la falta de costumbre, ya que iba andando e iba arrastrando el darrah, elzam se me iba cayendo y me tapaba los ojos... me faltaban manos para poder sujetar todo, vamos...un desastre! Entonces Salka, que me estaba observando, se empezó a reír y me dijo que estaba muy graciosa. Me encantó verla reír, ese fue mi mejor regalo. 


seria pero adorable Salka


Me parece maravilloso ver como estas personas te regalan lo poco que tienen. Es alucinante, sí la gente saharaui es así.


Sigo con Malainin, que nos llevó a ver muchísimas cosas interesantes en el 27 de Febrero (otro campamento saharaui). 
Una mañana, sentados en el coche, de camino al increíble Museo de la Resistencia, vimos decenas de camellos y yo con toda la emoción del mundo, grité: camellos!!! nunca había visto uno!!
Malainin se giro riendo para mirarme y me preguntó: María, ¿quieres verlos de cerca?
Yo le respondí con una enorme sonrisa. Él, sin pensarlo ni un segundo, salió del camino y se dirigió hacia los camellos. Paramos y avisó al pastor para que cogiera uno y lo pudiera tocar. En realidad verlos de tan cerca, da un poquito de respeto, ya que son enormes, enormes, enormes, solo su pierna era igual de alta que yo! Los ojos de los camellos son casi blancos, su pelo es áspero y están llenos de cicatrices. Me encantó poder tener uno tan cerca.
Pasamos el día viendo los camellos, el museo, el hospital..... fue uno de los días que más he aprendido en toda mi vida. Cada cosa que me contaba Malainin me parecía impresionante.


la felicidad en persona! :)




Volvimos de noche a casa de Matu, en Auserd. 
Y allí estaban todos esperando, con la enorme sonrisa del primer día. Gaici preparando té, Ragía la comida, y los niños miles de cosas que contarte y momentos preciosos que regalarte.
Después de cenar decidimos jugar un rato a las cartas, ya que los pequeños ya se habían dormido. Creo que esta noche fue una de las más divertidas, no podíamos para de reír. Empezamos a jugar Chuso (novio de Irene), Gaici, Abah que tiene 14 años mas o menos, y creo que es la persona mas amable y atenta que he conocido en mi vida y Seitah.
Fue muy muy divertido, entre Chuso y yo les enseñamos a jugar al mentiroso. Por una parte Gaici era exageradamente gracioso, ya que no se enteraba de nada y siempre perdía (le decíamos que era el peor mentiroso del Sahara), por otra parte Seitah hacía millones de trampas y ninguno nos enterábamos, y luego por último Abah confundía los caballos con burros y decía: yo...... mmhhh.... un burro!!! 
y todos lo miramos y empezamos a reírnos y decía: no! no! no! que diga.... un...un... un caballo!!! jajaja 
Cada vez que lo recuerdo no puedo evitar que se escape una gigante sonrisa...
Echo tanto de menos estos momentos...